HUMANIDAD Y TECNOLOGÍA | article | miércoles, 9 de enero de 2019
EL RENACIMIENTO ARTIFICIAL
Los avances tecnológicos redefinen los límites de lo posible, los expanden, los vulneran. El ser humano queda en el foco de la reflexión. Una nueva era filosófica y ética se abre, sobre la esencia, la originalidad, que cambiará tanto a la sociedad como al mercado. Tecnologías como la Inteligencia Artificial (AI), Ingeniería Emocional, Big Data, Machine Learning, entre otras, atraviesan la condición humana y dan origen a este Renacimiento.
La imagen difundida por Uniqlo de su nuevo depósito en Tokyo poblado por robots y casi sin presencia humana – el 90% de la fuerza de trabajo fue reemplazada por máquinas inteligentes – es un anticipo de lo que nos espera en 2030: la tercera parte de la mano de obra estará automatizada. El hombre podría ser irrelevante en múltiples ámbitos profesionales.
En los próximos diez años entonces, será cada vez más importante cuestionarnos sobre nuestra esencia. Analizar qué características nos distinguen y cuáles son aquellas que queremos transferir a la tecnología y que nos permitirán redefinirnos y perpetuar aspectos de nuestra personalidad. Es desde este punto de vista que debemos pensar cuáles serán los productos, servicios y experiencias del futuro que se ajustarán a estas nuevas escalas de valor.
HAL®, desarrollado por Gaumard, es un robot infantil hiperreal capaz de generar expresiones faciales, emociones reales (dolor, ansiedad, sueño, asombro, llanto), movimientos y responder preguntas para ayudar al entrenamiento de pediatras. Físicamente el robot está equipado con ojos interactivos, sonidos cardíacos, pulmonares e intestinales de alta fidelidad, dedos sangrantes y pulso.
La automatización y la robotización abren también otras posibilidades. Las campañas y experiencias creadas digitalmente, con prescindencia de seres humanos, sugieren una discusión desde el punto de vista ético. ¿Hasta qué límite es posible que avatars y robots tomen cualidades humanas? Será necesario analizar entonces qué criterios y qué competencias se requerirán para llevar adelante modelos exitosos en este contexto.
La robotización ha alcanzado un nivel de veracidad tan alto, en su afán de imitar al ser humano, que el estado de California (en EE.UU) aprobó en octubre de 2018 la ley SB 1001, que establece que los usuarios deben saber en todo momento si se están comunicando con un bot o un humano online para evitar confusiones y manipulaciones.
Esta mimetización permite imaginar un reordenamiento del trabajo en casi todos los sectores, por ejemplo, en la industria de la moda. Para protagonizar la campaña invierno 2018, la casa Balmain presentó a Margot, Shudu y Zhi, su “ejército” de supermodelos virtuales desarrolladas junto a Cameron-James Wilson, creador de avatares digitales. Mientras que las mannequins podrían verse perjudicadas por la disminución de la demanda, los creativos capaces de generar prendas y accesorios hiperrealistas en 3D verían un incremento en su trabajo. Este es el caso de la agencia CLO Virtual Fashion, quienes trabajaron para la campaña de Balmain.
La Inteligencia Artificial nos propone una existencia expandida. Más allá de las elecciones precisas que hacemos en el mundo real, también podremos definirnos digitalmente. Condicionar a esas proyecciones de nosotros mismos a nuestros gustos y deseos e incluso a las de otros. Las relaciones se multiplican a través de las aplicaciones y dispositivos. Se transfieren características y hasta rasgos que permiten interacciones diferentes e ilimitadas sin necesidad de presencia física.
Google presentó Duplex, un sistema de Inteligencia Artifical que permite reproducir de manera automática la voz humana del usuario para llevar a cabo conversaciones naturales y así realizar tareas del “mundo real” como la programación de ciertos tipos de citas, por teléfono.
Investigadores de la Universidad de California están desarrollando un software con machine learning y AI, capaz de detectar y decodificar los movimientos de una persona en un video para transferírsela a otro individuo en la esfera virtual. Por su parte, la aplicación Deep Fake permite transferir rostros de una persona a otra para simular, en imágenes, acciones que nunca fueron realizadas. Este tipo de tecnologías utilizadas de manera más sofisticada permiten generar diferentes rostros a partir de uno solo. Por ejemplo en la serie Westworld, donde el actor Anthony Hopkins fue personificado 40 años más joven a partir de una fusión entre sus rasgos actuales y fotografías de su juventud.
La fusión entre ser humano y la máquina borra los límites personales. Con el objetivo de fomentar la inclusión en el aula, diseñadores noruegos presentaron AV1 un robot de telepresencia que permite que los niños con enfermedades de larga duración se sientan incluidos en la vida escolar, educativa y social.
Estas nuevas posibilidades distorsionan nuestra concepción de la autenticidad, de la manipulación y dan espacio al avance, en forma de experiencias, productos y servicios novedosos que potenciarán la existencia y que tendrán por objeto alimentar la relación entre los datos y el diseño humano, entre la tecnología y la emoción.
Proyectos como The Next Rembrandt y Neural van aún más allá al cuestionar de lleno la presencia humana y hacer hincapié en la posibilidad de recrear la creatividad de las personas después de fallecidas. En el primer caso, una alianza entre ING Bank, J. Walter Thompson Amsterdam, Microsoft, Delft University of Technology, The Mauritshuis y Museum Het Rembrandthuis, permitió investigar en profundidad las obras artísticas del pintor holandés Rembrandt para obtener datos y patrones creativos que permitiesen luego a una AI crear una obra de arte original con el sello del artista.
Un programa similar siguió Spotify Brazil para investigar la obra e imaginario del rapero Sabotage, asesinado en 2003, con el objetivo de crear una nueva pista a través de una red neuronal artificial entrenada con letras originales y escritos del artista. La AI creó nuevas letras que un “cerebro de confianza” formado por amigos del autor revisaron para asegurarse de que fueran auténticos al estilo del rapero. Lo más llamativo de ambas experiencias es que los resultados fueron piezas originales -no meras reproducciones- creadas en base a recombinaciones de patrones estandarizados.
La finitud es entonces un concepto en crisis. No existe realmente si podemos perpetuarnos en dispositivos y experiencias. Porque ahora la muerte puede no ser literal, sino constituir una nueva forma de transformación, de circularidad, de trascendencia y tal vez hasta de redención. Esto abre un panorama que permite generar verdadera innovación. Elegir cómo queremos que nos vean hoy y recuerden mañana. Revelar, ya sea por medio de una construcción idealizada o por exposición plena de nuestras verdades, quienes somos.
Trascender la muerte en forma digital será algo que las personas requerirán en el futuro. Esto no es más que la exacervación de una tendencia ya conocida: la virtualidad. Las redes sociales se han convertido en el espacio donde revisitar la historia de una persona, algo que impulsa además la muerte de los cementerios como lugar de evocación (un dato: en 2030, dos tercios de los estadounidenses elegirán ser cremados antes que sepultados).
En un escenario prospectivo, productos, servicios y experiencias que en principio son finitos, tendrán que ser pensados para la eternidad, de manera tal que permitan una continuidad y posibiliten una interacción futura con quien ya no está.
Replika, es una aplicación creada por Eugenia Kuydachatbot para generar conversaciones con amigos fallecidos y formular preguntas que son respondidas en base a miles de mensajes y fotos recolectados en una neural network controlada por AI. Eterni.me permite a las personas conservar sus "pensamientos, historias y recuerdos más importantes" en un sistema de Inteligencia Artificial que, en última instancia, podría generar interacciones con otros una vez que su creador haya fallecido.
¿Cómo podrían evocarnos nuestros seres queridos? De esta pregunta parte el artista Frederik Heyman para proponer los embalsamamientos virtuales, inspirados en el ritual mortuorio tradicional de Puerto Rico -el fallecido es puesto en el centro de la escena y se recrea a su alrededor todo su universo personal- pero ahora convertido por Heyman en "Instalaciones digitales construidas a partir de reliquias del pasado”. Estas instalaciones sirven no solo para conservar lo que una vez fue, sino también para reciclar el presente e intentar dar forma al futuro. Las imágenes, ya sean basadas en hechos o en ficción, nos dicen cómo las personas quieren ser recordadas. Una evocación 100% de diseño.
Lo que sigue entonces es pensar y ser creativos sobre la manera en que viviremos en esta eternidad aumentada, donde las historias se volverán infinitas y la esencia personal lo trascenderá todo, revelando el carácter indestructible de cada vida.
Imagen principal: Frederik Heyman for Dust (www.frederikheyman.com).
* Artículo basado en la conferencia brindada por Laureano Mon en el seminario Circuito de Tendencias 34 del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, Argentina, en noviembre de 2018.